INTRODUCCIÓN

Las investigaciones sobre consumo de drogas en escuelas se realizan en México desde 1976 y han permitido mantener un monitoreo constante del comportamiento del consumo en esta población. El Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM) y la Secretaría de Educación Pública (SEP), han sido las instituciones precursoras de estos esfuerzos, a los que cada día se suman más instituciones, estados y municipios interesados en la evaluación de la problemática en este segmento de la población.

Los estudios de esta naturaleza, han permitido conocer qué nuevas drogas están utilizando los adolescentes y cómo diversos aspectos de su situación social y personal afectan su decisión de consumir estas sustancias.

Los resultados, en general, han mostrado un incremento en el consumo de drogas; no obstante, al realizar un análisis más detallado sobre quiénes resultan más afectados por esta problemática, se ha encontrado que si los adolescentes continúan estudiando, esto los protege y, en comparación con los adolescentes que ya no asisten a la escuela, su consumo es menor.

Aún con estos hallazgos y con el objetivo adicional de incrementar el papel de protección que brinda la escuela, la SEP ha estado reforzando y actualizando su estrategia general de prevención, en aras de apoyar a los estudiantes y ofrecerles alternativas de desarrollo más saludables ante el consumo de drogas.

Debido a la necesidad de desarrollar e instrumentar programas locales de prevención para la disminución del consumo de sustancias, diversas regiones del país han llevado a cabo, en un primer momento, diagnósticos situacionales del consumo de drogas. Estos datos junto con la información de otras fuentes de cada comunidad, han ayudado a cristalizar mejor los esfuerzos en materia preventiva.

Los estudios en esta área previos al 2000, ya han sido revisados en las encuestas anteriores que están en este  disco compacto.

¿Qué ha ocurrido del 2001 a nuestros días en este contexto?. Los principales estudios que se ha realizado son la Cuarta Encuesta Nacional de Adicciones, la Encuesta Nacional del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, las encuestas estatales y municipales en población estudiantil de nivel medio (Querétaro, Rioverde, SLP, Sinaloa, Tamaulipas y Cd. Guzmán, Jal.), de medio superior (los mismos estados o municipios sin incluir Cd. Guzmán y el estudio de Guanajuato cuyos resultados están por publicarse) y de educación superior (Rioverde, SLP). Además de algunos estudios realizados en poblaciones específicas como en estudiantes de educación superior en la Ciudad de México, o los reportados por el Anuario que edita el Centro de Estudios sobre Alcohol de la Universidad de Guadalajara.

En esta ocasión, más que describir cada estudio, señalemos los principales hallazgos para la población adolescente y joven que de ellos se derivan.

En primer lugar, se ha observado un incremento en el consumo de drogas, especialmente en alcohol, en mariguana y en metanfetaminas, aunque el índice general de consumo se mantiene estable. Esto lo podemos observar principalmente en la Cuarta Encuesta Nacional de Adicciones y en los datos de ingresos por primera vez a tratamiento de los Centros de Integración Juvenil, que indican que el porcentaje de consumo de drogas en la población se mantiene estable, especialmente el relacionado con la cocaína.

En segundo lugar, ha habido cambios en la contribución a los índices de consumo de los hombres y las mujeres, de manera que las prevalencias de consumo de alcohol y tabaco de las mujeres se presentan con valores similares a las de los hombres, incluso en algunas zonas el consumo de ellas es más elevado. En cuanto al consumo de drogas ilegales, aunque es menor, tiende a ser similar. Adicionalmente, el consumo de drogas médicas, en especial los tranquilizantes, es mayor en este grupo.

En tercer lugar, hay variaciones regionales, de manera que el consumo es mayor en las grandes urbes. Sin embargo, las nuevas generaciones se ven mayormente afectadas sin importar el nivel de urbanización del lugar en que viven.

Este dato se puede apreciar en las diversas encuestas de estudiantes del país. Por ejemplo en Querétaro, encontramos niveles de consumo muy similares a los de la ciudad de México tanto en estudiantes de secundaria como de bachillerato. En el caso de ciudad Guzmán, Jal. y de Rioverde, municipios más pequeños, el consumo de drogas es más bajo, en comparación con la ciudad de México y con Querétaro. En tanto, en el caso de Tamaulipas los niveles de consumo están en un nivel intermedio.

De manera complementaria, al hacer un análisis al interior de la encuesta de Rioverde, se encuentra que los estudiantes de secundaria (los más jóvenes) tienen un consumo menor a los de bachillerato y ligeramente mayor a los de licenciatura, lo cual señala que es en los estudiantes de menor edad, donde mayor presencia tiene el problema y donde posiblemente está creciendo esta problemática.

En cuarto lugar, ya ha sido señalado con anterioridad que el estar estudiando es un factor protector ante el consumo de drogas, de manera que el consumo es más alto entre los adolescentes que ya no se encuentran estudiando (de acuerdo con datos de la Tercera Encuesta Nacional de Adicciones y del estudio de 100 ciudades y de la ciudad de México, del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF).

Además, es un factor diferencial que protege en mayor medida a los hombres que a las mujeres. Este punto es importante ya que las implicaciones de ofrecer la opción de estudiar, junto con todos los elementos que rodea el dar acceso a la educación a las nuevas generaciones, no solo impacta el que el consumo de drogas en ellos sea menor, sino les debe también permitir acceder a mejores oportunidades de desarrollo.

En este sentido, se están desarrollando estudios para esclarecer cuáles son los mecanismos y las circunstancias en que el factor protector de la escuela se maximiza, con objeto de estandarizarlos en toda la población.

Como una derivación de lo anterior, estas mismas fuentes y las diversas encuestas de estudiantes, señalan que el estar trabajando siendo menor de edad, incrementa la probabilidad de consumir drogas.

En quinto lugar, el inicio temprano del consumo de tabaco o alcohol, principalmente antes de los 13 años, incrementa altamente las posibilidades de consumir otras drogas como la mariguana, los inhalables o la cocaína, entre otras. Esta situación es preocupante si además la literatura reporta que la edad de inicio de estas sustancias es cada vez menor.

Las implicaciones de estos dos aspectos son varias; por un lado, aún cuando la venta a menores de estos productos está prohibida, aproximadamente el 20% de los adolescentes inician el consumo de alcohol o tabaco antes de esta edad. Por otro lado, es importante tomar el hallazgo  como una oportunidad de prevención, el contexto indica que realizando acciones que posterguen o eviten el inicio del consumo de estas sustancias, disminuirán también el consumo de otras sustancias.

En sexto lugar, el consumo de drogas no es un factor aislado. Teórica y empíricamente se ha visto que algunos de los precursores del consumo de drogas, lo son también de otras conductas como el tener relaciones sexuales sin protección, la conducta antisocial o delincuente, o el propio intento suicida.

A la luz de esta consideración y al ver que estas conductas se han incrementado de manera importante en nuestro país (mayor violencia y delitos, un número importante de adolescentes embarazadas con tendencia a incrementar y el que cada vez más adolescentes han intentado quitarse la vida), el diseño de programas de prevención debe ser en forma integral, que considere el entorno global del adolescente y no de manera aislada al consumo de sustancias.

El plantearnos la problemática de esta forma, adquiere mayor relevancia y urgencia si se considera que los indicadores de intento suicida, señalan que la población femenina se ve más afectada por esta problemática que por el consumo de drogas ilegales o médicas.

Finalmente, ante la emergencia de estos problemas, hay que señalar que el levantamiento de información, como parte de un diagnóstico, tiene que enfocarse no solo  como una situación de oportunidad para llegar directamente al adolescente que nos ayuda proporcionando la información valiosa que buscamos en los cuestionarios o evaluaciones.

En este sentido, regularmente al finalizar la aplicación del cuestionario o entrevista, se les ha entregado algún manual informativo sobre el tema que cubre la evaluación o los teléfonos donde puede solicitar ayuda o más información.

Además de realizar esta acción, es importante entregarles materiales autoevaluativos con mensajes probados de prevención, en forma adicional a los teléfonos de líneas de ayuda o centros de apoyo, para que los adolescentes los conserven y puedan consultarlos o usarlos en el momento en que lo consideren conveniente.

Esta práctica permitirá prevenir y ayudar a nuestros niños y adolescentes en el mismo momento en que levantamos los datos, sin esperar a que la información llegue a las personas responsables de las políticas y acciones de prevención y planificación de servicios, para después cerrar el ciclo con la instrumentación de los programas en las diversas comunidades.

Es en este panorama en el cual presentamos el informe de la “Encuesta en la ciudad de México sobre el uso de drogas entre la comunidad escolar: Otoño del 2003”, realizada en forma conjunta por la Subsecretaría de Servicios Educativos para el Distrito Federal y por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. La encuesta es el más reciente diagnóstico de esta problemática en nuestros adolescentes, y mantiene los estándares metodológicos de las anteriores encuestas.

El informe está integrado por 21 reportes de resultados. Dieciséis corresponden a los resultados encontrados en cada delegación política de la ciudad, tres son sobre cada uno de los niveles educativos que se consideraron en el estudio (secundarias, bachillerato y bachillerato técnico), el informe global y el informe estadístico.

Esperamos que la información contenida contribuya a que el lector tenga un panorama más actual y completo de esta problemática y de las oportunidades de prevención en la población adolescente de nuestra ciudad y de nuestro país.