De acuerdo a los resultados obtenidos en la delegación Magdalena Contreras, el índice de consumo de tabaco y bebidas alcohólicas por parte de la población estudiantil es alto.
La delegación Magdalena Contreras se caracteriza por tener un menor consumo de alcohol y tabaco (61.1% y 46.9% respectivamente) en comparación con el D.F. (65.8% y 50.6% respectivamente).
Los resultados de esta encuesta muestran que el consumo de tabaco en hombres y mujeres ha presentado cambios que se mantienen en las encuestas del 2000 y 2003, ya que en anteriores estudios los índices de consumo eran mayores por parte de la población masculina. Sin embargo, en las dos últimas encuestas la delegación Magdalena Contreras presenta índices de consumo más elevados en las mujeres que en los hombres (51.8% y 45% respectivamente en el 2000; y en el 2003, 48.6% y 45.2% respectivamente).
En cuanto al consumo de alcohol por sexo, el uso experimental es similar en hombres y mujeres. Los hombres han consumido más que las mujeres en el último año y también han abusado más de esta sustancia. Además, las bebidas alcohólicas preferidas por los estudiantes son la cerveza, los coolers y los destilados.
Estos datos reflejan que el consumo de alcohol y tabaco es elevado, a pesar de que las leyes prohíben su venta a menores de 18 años, que es la mayor parte de la población de este estudio.
Adicionalmente a esto, la droga que consumen con mayor frecuencia los estudiantes de esta delegación es la mariguana. Le siguen en preferencia los inhalables y la cocaína, siendo los inhalables las sustancias de mayor consumo en jóvenes de 15 años o menos, y la mariguana en los estudiantes de 16 años o más.
En lo que se refiere a las tendencias del 2000 al 2003 en el consumo el último año de drogas ilegales, para los hombres hubo un incremento en el consumo de mariguana y una disminución del consumo de cocaína e inhalables. Las mujeres presentan un patrón similar en las tres sustancias.
Es importante señalar las comparaciones de las encuestas realizadas en el 2000 y 2003, ya que se observan cambios en el consumo de drogas médicas. En los hombres hubo un decremento del consumo de anfetaminas y un aumento en el consumo de tranquilizantes. Para la población femenina, hubo una disminución en el consumo de ambas sustancias.
La tolerancia social que demuestran los maestros frente al consumo de drogas es muy baja, lo cual indica que esta práctica no es aceptada. Esta falta de aceptación puede funcionar como un factor de protección ante el uso de sustancias psicoactivas. Por ello es recomendable ampliar la influencia protectora de la escuela, de manera que se promueva la participación de los alumnos en actividades deportivas y culturales, lo que contribuirá a dar una gama de opciones saludables para que el adolescente invierta su tiempo en ellas y esto contribuya también a una mejor comunicación con su familia.
La percepción de riesgo es baja y la tolerancia social es alta en relación con el consumo de alcohol y tabaco. En cuanto al consumo de drogas, la situación es al revés; los estudiantes tienen una mayor percepción de riesgo de consumir drogas y una menor tolerancia social al consumo de drogas. Sin embargo, la percepción de riesgo en relación con la mariguana ha disminuido desde 1993, lo cual coincide con el incremento en el consumo de esta sustancia.
En general, los datos señalan la importancia de planear programas preventivos para evitar que el consumo de sustancias psicoactivas se siga extendiendo en nuestra población. Aparte de informar y orientar a los estudiantes sobre las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que el consumo y abuso les acarrea, es importante establecer una relación más estrecha con nuestros adolescentes, que permita conocer mejor sus necesidades y sus concepciones sobre el mundo que les rodea.
La tarea no es sencilla, debido a que es necesario reforzar nuestros valores, normas y estilos de vida en una sociedad que ha cambiado mucho y que presenta una problemática importante de desorganización social y de alta criminalidad, por lo cual es importante diseñar nuevos instrumentos de prevención y reforzar los ya existentes, con nuevas ideas que los enriquezcan.
Adicionalmente, la cobertura de estos programas debe iniciarse con los niños por lo menos al inicio de la educación preescolar, incluyendo a sus padres. Es importante reconocer que es en esa época cuando la comunicación y el vínculo padres-hijo es más fuerte y más fácil de establecer. Además, en ella se pueden establecer lazos fuertes que protejan al niño cuando inicie la búsqueda de su propia identidad en la que incluirá a su familia y a los valores que en ella se han establecido.