CONCLUSIONES DE LAS ESCUELAS SECUNDARIAS

La variabilidad de conductas estudiadas en la presente investigación permite tener una idea global del adolescente y la problemática en que se ve inmerso.

Como puede notarse por los resultados obtenidos, el consumo de drogas, el abuso de alcohol, el intento suicida, el involucrarse en riñas y peleas, la presencia del alcohol en la familia, los trastornos de alimentación, entre otros; son problemas cotidianos para un grupo importante de nuestros adolescentes.

Mención aparte, merece el alto porcentaje de adolescentes de ambos sexos que han tratado de suicidarse por problemas familiares o por la incomprensión o falta de cariño, los jóvenes reportan que cuando se hicieron daño con el fin de quitarse la vida no les importaba si vivían o morían.

Por otro lado, el consumo de drogas es elevado especialmente en los varones, sobresaliendo los inhalables en los adolescentes de este nivel educativo, aunque cada vez es mayor el número de mujeres involucradas en estas conductas (de hecho, su consumo de tabaco y alcohol es mayor en algunas delegaciones).

Asimismo, ya se ha mostrado claramente que el consumo de tabaco y de alcohol en edades tempranas es un factor que aumenta la probabilidad de que el adolescente consuma otras drogas posteriormente.

En este estudio se observa que más del 35% de los adolescentes, que generalmente se encuentran entre los 11 y los 15 años, ha probado el tabaco o el alcohol alguna vez en la vida. Al ligar este dato con que se ha mostrado claramente que el consumo de tabaco y de alcohol en edades tempranas es un factor que aumenta la probabilidad de que el adolescente consuma otras drogas posteriormente, se vuelve imperativo reforzar las medidas legales de prohibición de venta de este producto a menores de edad y considerar este hallazgo en la planeación de las diferentes medidas preventivas.

Ante toda esta panorámica, la promoción de conductas saludables en los ámbitos en que el estudiante se desenvuelve, como son su casa, la escuela y su entorno social, es una tarea que hay que fortalecer para el sano desarrollo de la juventud.

Desde este contexto resulta apremiante abrir espacios para esta población, en particular brindar opciones saludables de desarrollo en las que el individuo ocupe su tiempo libre; entre las que pueden estar las actividades deportivas, talleres de desarrollo o creatividad musical, etc.

Estas opciones pueden ser propiciadas por la propia escuela, con la colaboración del adolescente, de manera que se amplíen los horizontes formativos de esta institución. Actividades que pueden ser instrumentadas en forma sencilla, como lo es el fomentar que el estudiante establezca y escriba sus metas a corto y largo plazo, lo que contribuirá a fomentar en el niño y en el adolescente la motivación al logro, el establecimiento, el seguimiento y el cumplimiento de normas, etc.

Además, hay que subrayar la necesidad de trabajar con el maestro para sensibilizarlo y capacitarlo sobre el rol tan importante que juega para nuestros estudiantes, no sólo como proveedor de conocimientos sino como guía y fuente de apoyo personal ante los problemas que enfrentan, sobre todo si el entorno familiar del adolescente no es muy propicio para su desarrollo. Los resultados indican claramente que el docente es importante para el adolescente, que se le ve como fuente confiable de apoyo y proveedor de protección, lo cual debe incluirse en las estrategias preventivas que se desarrollen.

En el contexto familiar, es importante recomendar y enseñar a los papás a que desde la infancia establezcan normas claras con sus hijos, que tengan una comunicación continua con ellos y les brinden apoyo, que identifiquen las conductas problemáticas de sus hijos y que busquen ayuda para trabajar con ellos, con objeto de que en situaciones riesgosas (posible consumación de actos delictivos,  ofrecimiento de drogas o presencia de ideas suicidas), los adolescentes puedan recurrir a ellos o hagan uso de conductas asertivas de acuerdo a la situación.

El trabajo de prevención durante la infancia es indispensable, ya que durante este periodo es más sencillo y se obtienen mejores resultados a corto y a largo plazo.

Recordemos que es más difícil incidir en el adolescente. Durante la infancia el vínculo con la familia y con los maestros es mayor y se puede moldear la interacción en forma más sencilla. A la larga, el trabajar desde edades más tempranas permitirá establecer una mejor relación entre los adolescentes y sus familias, a través de la cual se facilitará la comunicación y el entendimiento en esa etapa donde el individuo inicia la búsqueda de su identidad, pero que ahora realizaría con el apoyo de su familia.

En este contexto, las acciones encaminadas a la promoción de la salud mental deben incrementarse y reforzarse con objeto de disminuir y evitar diversos problemas que desafortunadamente están cada vez más presentes en nuestra sociedad.

También debe remarcarse el papel de las instituciones para que apoyen el desarrollo de los y las niñas y los y las adolescentes, ofreciéndoles diversas opciones de apoyo y de desarrollo que fortalezcan y apuntalen su crecimiento personal. No perdamos de vista que esas opciones de desarrollo permitirán tener una sociedad mejor y con mayores oportunidades de crecimiento para todos sus individuos.