CONCLUSIONES
El estudio señala un incremento importante en el consumo de drogas en los últimos 3 años, del 15.2% ha pasado a 17.8%.
Al interior de cada sustancia se observan situaciones distintas. Por un lado, el incremento en la mariguana y de los inhalables es grande; en tanto en los tranquilizantes el consumo se mantiene estable y el de la cocaína ha decrementado.
Al analizar estos resultados según sexo, se encontró que los niveles de consumo de drogas ilegales (mariguana e inhalables principalmente) en las mujeres han incrementado y la cocaína se ha mantenido estable: en tanto en los hombres también han incrementado las dos primeras sustancias, pero el consumo de cocaína ha disminuido.
En este contexto, la preferencia por tipo de droga ha cambiado ligeramente en los últimos tres años, de manera que en los hombres el primer lugar lo ocupa la mariguana, le siguen los inhalables y en el tercer lugar están los tranquilizantes y la cocaína con niveles de consumo similares. Las mujeres, prefieren la mariguana, le siguen los inhalables y luego los tranquilizantes, aunque los porcentajes de las tres sustancias son muy similares.
Por lo que respecta a las drogas legales, la dinámica se mantiene similar. Por un lado, el consumo de alcohol se ha incrementado, en tanto que el consumo de tabaco se mantiene similar al del 2003.
Se sigue presentando asimismo, que el nivel de consumo de ambas sustancias es prácticamente igual entre hombres y mujeres. En el caso específico del abuso de alcohol, se encontró un incremento de poco más del 1%, de manera que actualmente 25.2% de los/as adolescentes han consumido por lo menos 5 copas en la misma ocasión durante el último mes previo al estudio.
También la radiografía regional de la Ciudad de México de esta problemática ha cambiado ligeramente. Las delegaciones más afectadas por el consumo de drogas son Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Benito Juárez, Coyoacán y Tlalpan, las cuales han desplazado a Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco y a Miguel Hidalgo. En el caso de abuso de alcohol, también han cambiado las delegaciones más afectadas, actualmente son Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Benito Juárez, Cuajimalpa y Tlalpan.
Al analizar el comportamiento en la Ciudad de México con otros estados, en abuso de alcohol, en secundarias, se tiene el más alto porcentaje, seguido por Querétaro principalmente; en tanto que en preparatoria, el más alto porcentaje corresponde a Aguascalientes y la Ciudad de México ocupa el segundo lugar tanto para hombres como para mujeres.
En el consumo de tabaco alguna vez, los hombres de la Ciudad de México de secundaria están en segundo lugar, pero en las mujeres es el primer lugar. Para el bachillerato, también las mujeres son el segundo lugar y los hombres ocupan el tercer lugar, por debajo de Tlaxcala y Aguascalientes.
En tanto, para el consumo de cualquier droga, en secundaria se tiene el primer lugar, y en el bachillerato, para las mujeres se tiene la prevalencia más alta y en los hombres se está por debajo de Aguascalientes.
Por otro lado, sigue habiendo un bajo nivel de percepción de riesgo y alta tolerancia social ante el consumo de tabaco y alcohol, que son precursores importantes del consumo de otras drogas. Si además, vemos que su consumo se inicia a menor edad, esto incrementa en gran medida las probabilidades de consumir drogas médicas e ilegales.
Adicionalmente, encontramos un porcentaje importante de adolescentes que presenta conductas alimentarias de riesgo, de adolescentes que inician su vida sexual sin el uso de condón o de algún anticonceptivo que los/as protejan de embarazarse a edad temprana o de adquirir alguna enfermedad de transmisión sexual. De adolescentes que han sido abusados/as sexualmente o que reportan que en su casa alguno de sus papás tiene problemas por el abuso de alcohol.
Datos que nos hacen reflexionar sobre la problemática general de salud mental que vive esta población y que en conjunto deben dar pauta para las acciones preventivas a realizar.
Finalmente, sobre la experiencia de los resultados de este estudio y de las diversas encuestas que nuestro equipo ha venido realizando, señalamos algunos puntos importantes a considerar en el trabajo preventivo de la salud mental de los/as niños/as y adolescentes.
En primer lugar, remarcamos el hecho de la alta tolerancia social y baja percepción de riesgo que hay sobre el consumo de alcohol y tabaco. Hay que trabajar fuerte en este aspecto ya que esta situación ha venido ayudando a que se incremente el consumo de otras sustancias y a que se mantenga al patrón de consumo que como país nos ha caracterizado, consumo que por ocasión es excesivo una vez que se inicia, acarreando una serie de consecuencias importantes en la salud de nuestros/as adolescentes.
En segundo lugar, al ver y analizar la alta relación entre el consumo de drogas y otras problemáticas de nuestros/as adolescentes, señalamos la importancia de que los programas de prevención que se desarrollen, tengan una perspectiva global que no solo implique el uso de sustancias, sino otras esferas de la salud mental, como son las conductas alimentarias de riesgo, el intento suicida, etc.
En tercer lugar, es importante dar talleres sobre parentalidad positiva con los padres, con los/as maestros/as y con la gente del DIF que trabaja directamente en las casas hogar o tienen bajo su cuidado a los/as niños/as. Talleres integrales de parentalidad para ayudarlos/as a desarrollar en sus hogares o en su práctica profesional, una disciplina consistente y positiva, que incremente la comunicación y el apoyo entre los miembros de la familia, entre otros elementos.
Matizamos y reiteramos la idea de hacer prevención desde la infancia y la niñez, no solo durante la adolescencia. A esta tarea tenemos que destinar los mayores recursos humanos y económicos posibles. Trabajar en el área de habilidades sociales o habilidades de la vida, con elementos integrales que faciliten la participación de los padres. Trabajo que no es sencillo y que hemos avanzado poco en nuestro país, a pesar de que la evidencia muestra que en esta área se encuentran los programas de prevención más exitosos.
La posibilidad de lograr mejores resultados bajo esta concepción es mayor, ya que la interacción con los/as niños/as y su completa integración en el hogar en esa edad facilitan la tarea preventiva.
Durante la infancia y la niñez el ser humano es más receptivo a este tipo de medidas y se puede trabajar mejor con sus familias. Así, cuando crezcan será más fácil comunicarnos con nuestros y nuestras adolescentes y podremos estar en la misma sintonía para apoyarlos y apoyarlas en el proceso de la formación de su identidad.
Sin embargo, todos estos esfuerzos deben llevar asociada una política social que permita destinar más recursos económicos y humanos encaminados a apoyar y a generar mayores oportunidades para las nuevas generaciones.
Política social que considere que en muchos hogares ambos padres están fuera del hogar para intentar tener un ingreso adecuado y, también, que ha habido cambios importantes en los hogares, donde un alto porcentaje son monoparentales.
Sin un esfuerzo conjunto importante en estas áreas, veremos pocos cambios en el mejoramiento de la salud mental de nuestras nuevas generaciones.