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RESUMEN |
Con el fin de conocer la situación de consumo de drogas entre los estudiantes y orientar los programas de prevención, la Secretaría de Educación Pública, en colaboración con el Instituto Mexicano de Psiquiatría ha venido realizando encuestas en la población de enseñanza media y media superior desde 1974. |
Los datos de la última encuesta fueron obtenidos durante los meses de noviembre y diciembre del año pasado, en una muestra de 10,173 estudiantes de escuelas oficiales y particulares incorporadas; secundarias, bachilleratos y bachillerato técnico. La información se obtuvo mediante un cuestionario estandarizado autoaplicable con índices de validez y confiabilidad probados en estudios previos y utilizando los indicadores propuestos por la OMS. El diseño de la muestra permite estimar prevalencias por cada nivel escolar y cada una de las 16 delegaciones del Distrito Federal. La media de edad de los encuestados fue de 14.6 años y el 91% fueron menores de 18 años; 48% hombres y 52% mujeres. |
Los principales resultados indican que 12 de cada 100 estudiantes (12%) han experimentado con alguna droga, sin incluir en este porcentaje al tabaco ni al alcohol, dos terceras partes de ellos (8%) han experimentado con estas sustancias entre una y cuatro ocasiones y solamente 4% lo ha hecho más de cinco veces. |
El consumo es más alto entre los varones, el 14% de los hombres ha experimentado con drogas en comparación con 9% de las mujeres, la diferencia se hace más marcada cuando se compara el índice de varones y mujeres que continúan usando drogas después de haber experimentado con sus efectos, 2 hombres (5%) por cada mujer (2%). |
Las drogas de preferencia son ahora la mariguana, la cocaína y sólo en tercer lugar los inhalables, que habían sido hasta hace cuatro años la droga con la que más estudiantes habían experimentado. |
Así, en los últimos 4 años no aumentó el porcentaje de adolescentes que experimentaron con drogas, lo que ha cambiado es la preferencia por drogas más fuertes, en concreto la cocaína. |
En los últimos 4 años se duplicó la proporción de adolescentes que han experimentado con cocaína (2% en 1993 a 4% en 1997). El número que reportó haber usado esta sustancia en los 30 días previos al estudio no aumentó de manera significativa (0.6% en 1993 y 1.1% en 1997). La experimentación con mariguana aumentó de 3% a 5% y el uso en el mes previo se mantuvo estable (1.1% y 1.2%). |
Cuando se analizan estas tendencias por sexo se observa que en un plazo de 4 años, disminuye ligeramente la proporción de varones que han inhalado disolventes (de 4% a 3%), aumenta el índice de experimentación con cocaína (de 1% a 4%) y de mariguana (de 2% a 5%). |
A pesar de que una proporción menor de mujeres ha experimentado con drogas, el incremento del uso en éste grupo se observa para todas las drogas y es más marcado que para los hombres. Por ejemplo, el consumo de mariguana aumentó 6 veces (0.3% a 1.8% de 1993 a 1997). En tanto, el consumo de cocaína, aumentó 7 veces (0.2% a 1.4%). |
Estas tendencias coinciden con las que se derivan de otras fuentes de información. En la Ciudad de México, se incrementó la preferencia por la cocaína entre los usuarios de drogas, por ejemplo, el índice de adultos detectados en centros de salud y procuración de justicia, que ha usado esta sustancia aumentó de 17% a 39% en este periodo. Desafortunadamente, esta práctica ha llegado a nuestros jóvenes. |
Los índices de consumo aumentan con la edad, poco menos del 2% de los estudiantes de 14 años o menos, ha experimentado los efectos de la cocaína (1.9%), en comparación con el 12% de los adolescentes que han llegado a la mayoría de edad. |
Los índices más altos se observan entre los estudiantes de bachillerato, sobresale el uso de mariguana (9%), cocaína (7%) y alucinógenos (2%). En tanto, el uso de inhalables es más común entre estudiantes de nivel técnico (5% en comparación con 3% en bachillerato). Las menores prevalencias se observan entre los estudiantes de secundaria (con proporciones inferiores al 2% para mariguana y cocaína, y del 1% en el caso de los alucinógenos), la única excepción son los inhalables cuyos niveles de consumo en éste nivel superan a los reportados por los estudiantes de los otros niveles (4% en secundarias y 3% en bachilleratos). |
Estos índices de consumo son menores que los observados entre aquellos que, si bien están asistiendo actualmente a la escuela, no fueron estudiantes el año previo al estudio (8%, en comparación con solamente 3% de los que estudiaron tiempo completo). |
Estos resultados confirman lo observado en otros estudios que indican que la asistencia a la escuela es un factor que protege a los jóvenes de usar drogas. La mayoría de los estudiantes regulares (90.5%) no han experimentado con ellas y sólo un 3% de ellos las ha consumido 5 ó más ocasiones. Aún con estos datos, se tiene una proporción de adolescentes que usa estas sustancias, y aún más estudiantes que acuden a escuelas ubicadas en zonas geográficas identificadas de alto riesgo, en donde los índices de consumo son más elevados. |
Esta situación ha obligado a fortalecer los programas de la Secretaría que se encaminan a proteger a los menores que no han experimentado con drogas, y a atender a aquellos que ya tienen problemas. |
El estudio ha permitido identificar las características de los menores que están en mayor riesgo. Ellos con más frecuencia no asistieron a la escuela durante el año previo al estudio, trabajaron durante este período y tienen en general promedios escolares más bajos. También se ha observado que los menores que han usado alguna sustancia con más frecuencia tienen familiares con problemas de uso de sustancias y es más común que no consideren peligroso usar sustancias como la mariguana o la cocaína. |
El estudio también señala que aquellos que no usan sustancias piensan que sus padres, maestros, compañeros y amigos verían muy mal si ellos usaran sustancias; piensan que es importante cumplir con las normas paternas y con más frecuencia reportan atender a las indicaciones de padres y maestros. |
Los datos refuerzan la importancia de modificar los factores de riesgo aumentando, por ejemplo, la percepción de riesgo en los jóvenes y fortaleciendo los programas diseñados para prevenir la deserción escolar, entre otros. Además, señalan también la necesidad de fortalecer los factores que protegen a los menores para lo que se requiere el apoyo de los padres de familia. |
Un motivo de gran preocupación es la proporción de menores que fuman y abusan del alcohol, en el estudio se encontró que 23% de los estudiantes consumen 5 copas o más por ocasión de consumo, al menos una vez al mes. Esta conducta representa un riesgo para accidentes, por ejemplo, 3% reportó haber manejado un coche o motocicleta mientras bebía o justo después de haber bebido; 5% ha tenido accidentes como caídas, fracturas o golpes. El consumo de tabaco, es también preocupante, 6.4% de los estudiantes reportó haber fumado casi diario en el último mes. |
Los menores compran las bebidas alcohólicas y cigarrillos en tiendas sin que se les pida identificación (para verificar mayoría de edad), el alcohol lo toman también de sus casas con conocimiento de sus padres. Aún más, 10% de los estudiantes encuestados, reportó que su padre tenía problemas con el consumo de esta sustancia. |
En el sector educativo se han llevado a cabo estudios que indican cómo el riesgo de experimentar con drogas se incrementa si el menor fuma o abusa del alcohol, de ahí la importancia de incluir acciones encaminadas a prevenir el abuso de éstas sustancias y sus riesgos asociados, en los programas de prevención. La responsabilidad es de todos, de las autoridades que deben de vigilar el cumplimiento de los reglamentos que prohíben la venta de alcohol y tabaco a menores de edad; de los padres quienes deben de cobrar conciencia de la necesidad de normar la conducta de consumo de alcohol con el fin de limitar los riesgos de accidentes, violencia, prácticas sexuales riesgosas, suicidio y eventualmente dependencia. |
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